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Recuerdo que esa noche no tenia ninguna gana de ver a los chicos, estaba demasiado cansado, demasiado calor, demasiado trabajo durante el día…en definitiva, un día demasiado duro que era mejor dejar morir en el sofá mientras veía una peli mala o una serie americana de estas que están de moda. Pero ellos saben muy bien como convencerme, en fin, no lo puedo evitar, aunque la desgana me pueda, siempre lo consiguen. Tocan la tecla exacta. Decidimos dar una vuelta por el centro, algo tranquilo. Mientras recorríamos las calles reparamos en un gran letrero luminoso donde se podía leer a gritos “Local de Putas de Valencia”. Estaba claro que la discreción no era el punto fuerte del dueño que lo regentaba, y por supuesto, cuando los clientes entraban allí no podían negar a que iban…todo demasiado obvio. ¿Dónde quedaron esos sutiles nombres de prostíbulos que susurraban a los ojos “esta noche tú vas a tener el mejor sexo con Prostitutas Valencia”? Supongo que al igual que el cartel lo que te esperaba allí dentro no iba a ser mucho más glamuroso. Esta claro que en algún momento de nuestra vida, todo hombre que se precie, se le ha pasado por su mente la idea de contratar los servicios de una puta. Este también había sido mi caso, aunque esa idea nunca llegó a materializarse, soy demasiado fino, tenia demasiado claro que nunca podría ser en un lugar semejante. La discreción lo es todo amigos, y como mucho podría contratar los servicios de alguna de las mejores agencias de Prostitutas en Valencia o Barcelona, soy así de exclusivo. Pero vamos a lo que vamos, seguíamos nuestro camino calle a bajo, estaba repleto de gente bailando al son de las luces de la ciudad, era una noche calurosa y húmeda y en mis ojos continuaban quedando los rastros de aquel luminoso, como esos recuerdos que no se quieren marchar, intentaba cerrar y abrir los ojos rápidamente, a ver si así conseguía mitigar la estela cuadrada de luz que había quemado mis pupilas. No lo conseguí, al parecer, aquellas palabras no querían abandonarme… Continuaba demasiado cansado para seguir paseando, hablando, riendo… ya no tenía fuerzas para nada más, ni siquiera el alegre parloteo de mis amigos conseguía animarme, empezaba a dejar de ser un paseo para convertirse en una tortura, las Ramblas y las Putas de Barcelona habían terminado con la poca vida que me quedaba, necesitaba dar media vuelta y volver a casa, cerrar los ojos y olvidar el gran error que había sido levantarse del sofá aquella noche.
tonibcn - 19. Okt, 20:11